martes, 10 de abril de 2012

CONSECUENCIAS DEL CONTUBERNIO DE MUNICH (1962)

El historiador José Andrés Gallego resume en el siguiente texto las principales consecuencias del llamado "contubernio de Munich":

"El 9 de junio volvieron a España quienes procedentes de ella habían participado en la reunión. Se encontraron con que el Gobierno había suspendido el Fuero de los Españoles aludiendo a las campañas que contra la nación se hacía en el exterior y que había además una durísima campaña de prensa contra ellos, fundamentalmente movida desde la propia Dirección General de Prensa, desempeñada por Muñoz Alonso. Desde todos los medios de comunicación se aseguró que los reunidos en Munich eran actores de un “contubernio”, término utilizado hasta la saciedad entonces, entre quienes tenían en realidad una significación antitética. Los europeístas españoles fueron acusados de traidores y no dispusieron de posibilidad alguna de réplica; hubo incluso un autor que calificó lo sucedido como una maniobra del Anticristo. Llegados al aeropuerto madrileño, se dio a quienes habían estado en Munich la posibilidad de ser residenciados en Canarias o volver al extranjero. Algunos volvieron más allá de las fronteras o, conocida la posición del Gobierno, optaron por ni siquiera aparecer por España (los casos de Gil Robles y Ridruejo, respectivamente); algún otro fue detenido temporalmente (Giménez Fernández, que no había llegado a participar); nueve quedaron confinados en Canarias (Álvarez de Miranda, Satrústegui, Cavero…) y hubo quien pagó las consecuencias de su estancia en Munich en su carrera administrativa. La reacción numantina del régimen se expresó también en manifestaciones organizadas desde el propio Gobierno en adhesión a Franco. (…)
No todas las fuerzas políticas de oposición participaron en la reunión de Munich: no lo hicieron los comunistas, contrarios por el momento al europeísmo, ni otros sectores radicales (FLP) y parte de los republicanos. Sin embargo, ello no obsta, en realidad, para que se pueda afirmar que Munich supuso un avance considerable en el camino hacia la unificación de la oposición. (…).
Sin embargo, había otra cuestión que estaba pendiente –y así permanecería hasta 1975- como consecuencia de la reunión muniquesa: la de la adaptabilidad de la España de Franco al proceso de integración europea. En realidad, quedó bien claro que ésta no era una cuestión puramente económica, sino también política, y que el franquismo no permitía albergar la más mínima esperanza de que España pudiera ser admitida con el resto de las naciones de su entorno cultural."

José Andrés Gallego,
La época de Franco, volumen 1,
Ediciones Rialp.

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